sábado, 5 de julio de 2014

¿EXISTE UN PERIODISMO CHAUCHILLA, CONVERTIDO EN CHAUCHILLADA?


El primer día de este mes se publicó en el diario “El Chaski”, un artículo intitulado “La Chauchillada en los medios de comunicación”, lo reproduzco en su integridad, porque quiere decir lo que no dice, es decir esconde lo que debió decir, tras un montón de proposiciones que no vienen al caso. Leamos el texto íntegro pero reparando en las partes que hemos resaltado en azul y los comentarios de mi parte en negrita y cursiva:

“LA CHAUCHILLADA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
 
 Por PA. Juan Ustua Camacho
 
Amigos, por buen tiempo se viene ejerciendo el trabajo periodístico en los di­versos medios de comunicación radial, escrito y televisivo, con una euforia entusiasmada, con­vertida en chauchillada. Esta forma de trabajo periodístico viene generando la violencia entre el comunicador y el oyen­te, comunicación que busca el protagonismo popular casero y grosero, lejos de una responsa­bilidad de respeto a la libertad de expresión y de prensa, de respeto a la convivencia ciuda­dana, a los principios éticos y a los valores educativos, que los medios de comunicación tienen como misión fundamental para la población.

En primer término resulta necesario señalar la definición que Martha Hildebrandt en su obra: “1000 PALABRAS Y FRASES PERUANAS”, señala para la palabra “chauchilla”, la siguiente definición:

Chauchilla. En quechua chaucha significa 'no maduro'. Se aplica, entre otras cosas, a la 'papa pequeña y tempranera'; en la Argentina, a la judía verde que en el Perú llamamos vuinitu. Chauchilla es un diminutivo renominalizado; designa, en sentido figurado, 'lo pequeño o insignificante”. Por eso se aplicó a la 'moneda de veinte centavos de sol', también llamada peseta, y al 'pececillo sin valor comercial'. Como adjetivo en aposición no varía para el plural: «comisiones chauchilla», por ejemplo. 

          
Sobre la base de esta definición no existe ni puede existir un periodismo chauchilla, así como no existe un arte, una filosofía o una política chauchilla, es decir, pequeño e insignificante. Lo que si existe y hasta abunda en todos los campos del quehacer humano,  son individuos “pequeños e insignificantes” haciendo periodismo o fungiendo de periodistas.   

La comunicación per se, no es una actividad violenta, ni puede generar violencia .La comunicación es lo que nos hace humanos y nos diferencia de los animales. Pero si pueden existir sujetos metidos en los medios de comunicación con una actividad agresiva y con un lenguaje violento; como los hay también comunicadores asertivos, persuasivos, educativos y hasta espirituales.

           Los medios de comunicación como la radio, la televisión, los periódicos, el internet, las redes sociales entre otros, no tienen como su misión fundamental  velar por la convivencia ciudadana, los principios éticos y los valores educativos, sino que deben jugar un papel muy importante en el desarrollo de los valores sociales, junto con la familia y la escuela.

Los valores son conductas positivas que tienen como último fin mejorar la convivencia humana dentro de la sociedad, y los antivalores son actitudes negativas que denigran a la persona y generan los conflictos que dificultan la coexistencia pacífica.

Acciones periodísti­cas al estilo del fujimorato desa­rrollan programas periodísticos combinados de improvisacio­nes, llenos de insulto, diatribas, adjetivaciones, groserías, y con­vertidos en chantajeadores, que todas estas acciones se concibe como una falta de respeto a la propia libertad de expresión y a la educación de la opinión pú­blica en los medios de comunicación 

            Durante la época del fujimorismo no se hizo el tipo de prensa que dice el autor de la nota, sino “prensa amarilla” y que en nuestro medio los llamamos despectivamente "prensa chicha", que es aquel tipo de prensa sensacionalista que incluye titulares de catástrofes y gran número de fotografías con información detallada acerca de accidentes, crímenes, adulterios y enredos políticos. El término se originó durante la "batalla periodística" entre el diario New York World, de Joseph Pulitzer, y el New York Journal, de William Randolph Hearst, de 1895 a 1898, donde ambos periódicos fueron acusados de magnificar cierta clase de noticias para aumentar las ventas y de pagar a los implicados para conseguir exclusivas.

 
La chauchillada nos hace pensar que su aparición no es casualidad, responde tam­bién a las acciones y actitudes de aquello hombres de prensa que se consideran dueños de la verdad entre comillas, casi nun­ca ejercieron con la verdad, la imparcialidad y transparencia, sino fueron siempre aliados de los gobernantes, encubridores de los actos de corrupción en nuestra región, manejaron a su estilo e interés las informacio­nes comunicativas y de opinión, entonces nace la cauchillada como supuesta alternativa de respuesta al ejercicio periodísti­co local y regional y de la Liber­tad de prensa.

Esta no es prensa “chauchilla”, sino simple y llana “propaganda” que hacen algunos comunicadores pagados por el poder para magnificar su gestión. Esta propaganda no es ajena a todos los medios de comunicación que existen en Apurímac y el país. La moderna propaganda política fue inventada por Paul Joseph Goebbels  que fue  el ministro de propaganda de la Alemania Nazi, figura clave en el régimen y amigo íntimo de Adolf Hitler.

Cuando este tipo de prensa está al servicio de un caudillo nacional o regional se le denomina “prensa lacaya”, que en buena cuenta nada tiene que ver con la verdadera prensa, sino con aquellos tipejos que apenas les chasquean los dedos, se ponen a difundir lo que a sus amos conviene, por medio de Notas de Prensa, Boletines Oficiales, publi-reportajes, etc. que la mayoría de los medios de información, previo pago con dineros de todos los peruanos, difunden a diario.

En ellos se anuncian los falsos megaproyectos, las “grandiosas acciones populistas”, las “primeras piedras”, las “inauguraciones” de obras que no han sido comenzadas o acabadas, y lo que es más grave, muchas veces ocultan y algunas maquillan los actos de corrupción de sus patrones, porque ellos mismos son socios de las ganancias que suelen procurar estos latrocinios.

Vemos y sentimos a diario, que se viene violentando la libertad de expresión en los medios de comunicación y con más frecuencia en los medios radiales, hecho que provoca a la población una reacción natural violenta, que trastoca las reglas de conducta de convivencia democrática y ciudadana, esto convirtiéndose en un problema de riesgo psicosocial generando y alterando su estado emocional y actitudinal del oyente, orientada conscientemente hacia una corriente violentista, muy similar y cercana a la violencia política del fujimontesinismo época en la que nos tocó vivir y hoy vivimos una violencia comunicacional que nadie le repara el control o la censura.

Nos preguntamos: ¿Existe una reacción natural violenta? No, porque la violencia es un tipo de interacción humana que se manifiesta en aquellas conductas o situaciones que, de forma deliberada, aprendida o imitada, provocan o amenazan con hacer daño o sometimiento grave (físico, sexual, verbal o psicológico) a un individuo o a una colectividad; o los afectan de tal manera que limitan sus potencialidades presentes o las futuras.

Cuando el artículo habla de “riesgo psicosocial”, se equivoca de cabo rabo, porque los factores o riesgos psicosociales son funciones en las que se divide tradicionalmente la prevención de riesgos laborales que se originan por diferentes aspectos de las condiciones y organización del trabajo.

El término actitudinal, se utiliza para referirse a todo aquello que tiene por objetivo determinar las disposiciones de ánimo manifestadas de algún modo para realizar ciertas actividades, ya sean de tipo educativas, sociales, laborales, etc., pero jamás las violentas.

La chauchillada o los chauchillas hoy son los más sintonizados por hacer una prensa sensacionalista, porque la ley de Torres Torres Lara (ley del fujimorato) los ampara, se aprovechan del micrófono y manipulan la comunicación a sus intereses económicos y polí­ticos, para chantajear a las auto­ridades corruptas, a institucio­nes, dirigentes, líderes sociales y políticos, lo más peligroso de estos chauchillas, o de la chauchillada, es que se hoy, en esta coyuntura electoral se van convirtiendo en los dueños de la agenda política electoral como los sabios y salvadores, como los únicos que conocen la vida política de nuestro pueblo, pero sin embargo su actitud comunicativa mercantil, comercial, es reprochable y nada digno de un comunicador social, y hoy se sabe que su trayectoria perso­nal, profesional, y política los chauchillas están encubiertas lleno de barbaridades y asque­rosidades políticas, y esta forma de hacer periodismo en nuestra región y el país no es garantía educativa, ni comunicativa, sino debe de cambiar para formar y orientar la opinión y pensamiento de los oyente o lectores.

Ley Nº 26937, o, lo que el artículo señala como Ley de Torres y Torres Lara, dice:

“Artículo 1.- Vigencia del derecho de libre expresión.

El inciso 4), del Artículo 2 de la Constitución garantiza la plena vigencia del derecho de libre expresión del pensamiento, con sujeción a las normas constitucionales vigentes.

Artículo 2.- Ejercicio del derecho de libre expresión.

El derecho reconocido según la Constitución, en el artículo precedente, puede ser ejercido libremente por toda persona.

Artículo 3.- No obligatoriedad de la colegiación.

La colegiación para el ejercicio de la profesión de periodista no es obligatoria.

Artículo 4.- Exclusividad de la colegiación.

El derecho de colegiación establecido por la Ley N.º 23221 está reservado exclusivamente a los periodistas con título profesional, para los fines y beneficios gremiales y profesionales que son inherentes a su profesión”.

Contra esta ley, el Colegio de Periodistas del Perú ha formulado una demanda de inconstitucionalidad, la misma que se ha ventilado en el Expediente Nº 0027-2005-PI/TC, sobre el que ha recaído una sentencia del Tribunal Constitucional, declarándola infundada, porque este órgano jurisdiccional supremo considero que primero estaba el derecho de todos los peruanos, reconocido por en el artículo 2º, inciso 4 de la Constitución, que dice:

“A las libertades de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento mediante la palabra oral o escrita o la imagen, por cualquier medio de comunicación social, sin previa autorización ni censura ni impedimento algunos, bajo las responsabilidades de ley.

Los delitos cometidos por medio del libro, la prensa y demás medios de comunicación social se tipifican en el Código  Penal y se juzgan en el fuero común.

Es delito toda acción que suspende o clausura algún órgano de expresión o le impide circular libremente.  Los derechos de informar y opinar comprenden los de fundar medios de comunicación”.


Entonces aquellos medios de comunicación, lejos de cumplir su misión de ser orientadores, educadores, formadores, que enseñen valores democráticos; hoy incitan con toda la libertad y valentía el conflicto socio comunicacional con el único fin de ganar protagonismo comunicacional y un espacio populachero como los salvadores de la vida democrática y política.

            La misión de los medios de comunicación no son tanto como señala este artículo, pero no entendemos eso de “conflicto socio comunicacional” o eso otro de “protagonismo comunicacional”, ni que a través de espacios populacheros se pueda defender la democracia y muchos menos la política, porque todos nuestros políticos nativos están lejos de ser democráticos, porque nadie los ha elegido democráticamente, sino que, auto-elegidos, se imponen en los procesos electorales gracias al gasto millonario que hacen en una campaña electoral plagada de propaganda barata y mecanismos de marketing, es decir, se venden como papas, carne, verduras, camisas, pantalones, chicharrones, etc.

No todo es malo, la Chauchillada también tiene algo que rescatar, corno ejemplo para los hombres de prensa, fueron estos quiénes armados de valor y estrategias comunicativas, vienen enfrentando a las autoridades locales, regionales, a instituciones públicas del estado, quiénes se encuentran inmiscuidas en actos de corrupción en nuestra región, imprimiendo una labor periodística lleno de excesos comunicativos e informativos, sin embargo esto no justifica el buen desempeño del periodista o de los comunicadores sociales en los diversos medios de comunicación.

No entendemos este párrafo, porque después de todo lo malo que se dijo de la “chauchilla”, ahora resulta que pueden ser también buenos; para al final terminar diciendo que el hecho que denuncien la corrupción, no les da derecho a ser groseros.  

Como oyente nos preguntamos, ¿Será necesario, insultar, agredir, difamar, violentar, denigrar; gritar y a costa de ello convertirse en un gran comunicador valiente, protagonista?, pienso que eso no es la labor ni el fin, sino los hombres quienes hace prensa escrita, radial, televisiva, deben ser el espejo de la vida política, democrática y ciudadana quienes actúen y enseñen con la verdad y solo la verdad, la investigación, y el profesionalismo;  el hombre de prensa será el ser que cons­truya los proyectos de vida de­mocrática entre los actores de la sociedad: gobernantes, autoridades, líderes, organizaciones, empresas, instituciones, etc. Encamine su trabajo a la unidad de pensamiento y acción de nuestra región con responsabilidad social y política, esta forma de vida se puede heredar a las nuevas generaciones.

En este párrafo le faltó poner a los hombres de prensa en los altares, pero si se estuviera mejor informado, sin mayores aspavientos y para decir algo concreto, se recurriría al fundamento 36  de la sentencia que el Tribunal Constitucional ha hecho recaer en el Expediente Nº 06712-2005-HC/TC, que nos dice:

“El ejercicio del derecho a la información no es libre ni irrestricto; por el contrario, está sujeto a ciertos condicionamientos que deben ser respetados dentro de un Estado democrático y social de derecho. Sólo así, con los límites que se deben encontrar en la propia Constitución, el derecho a la información podrá convertirse en la piedra angular de la democracia.

Es importante que en el ordenamiento internacional se haya determinado la existencia de límites a los derechos comunicativos. En tal sentido, tanto el artículo 19°, inciso 3, acápite “a” del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, como el artículo 13°, inciso 3, acápite “a” de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, precisan que el ejercicio del derecho a la información ‘entraña deberes y responsabilidades especiales’, por lo que está sujeto a una restricción como es la de asegurar (...) el respeto a los derechos o a la reputación de los demás.

En el ámbito constitucional, se ha prescrito respecto al derecho a la información, como parte del artículo 2°, inciso 4, que los delitos cometidos a través de los medios de comunicación social se encuentran tipificados en el Código Penal, sancionándose ex post la afectación a un derecho fundamental, y reconociéndose de manera explícita un límite externo en la vida privada.

De otro lado, sobre la base del principio interpretativo de la unidad de la Constitución, la vida privada de las personas aparecerá como límite del derecho a la información, en el sentido que el ejercicio de uno no podrá realizarse vulnerando el espacio del otro. Así, y tomando en cuenta su naturaleza de derecho-principio de ambos, se buscará la optimización de sus contenidos”.

 
Los hombres de prensa como profesionales e empíricos, deben asemejarse a la línea y pluma de los grandes otrora, de la profesión periodística, como ejemplo de trabajo y vida, acercarse al pensamiento analítico, critico, reflexivo y renovador de José Carlos Mariátegui, asemejarse al rico y cuidadoso lenguaje de Luis Alberto Sánchez, imitar como desarrollo profesional la amplitud democrática y plural de Gustavo Mhome Llona, finalmente convertirse en un gran Defensor de la Libertad de expresión como lo es el maestro Roberto Mejía Alarcón. Presidente de la Asociación Nacional de Periodistas del Perú - ANP.

            Nos preguntamos, cuántos de nuestros periodistas locales, colegiados sin colegiatura, han leído y entendido a José Carlos Mariátegui, Luis Alberto Sánchez, Gustavo Mhome Llona, pues sin duda: ¡Ninguno! Porque si lo hubieran hecho, estaríamos hablando de otro periodismo.

El periodismo que tenemos en la región es el que nos merecemos, al igual que lo gobernantes que elegimos, la atención médica que recibimos, la educación que se nos imparte, las carreteras por donde viajamos, etc. Somos el producto de nuestra realidad, de esa realidad que todos tenemos la obligación de cambiar para que mejore nuestra condición de seres humanos y le ofrezcamos al mundo una cultura diferente.

Finalmente queremos concluir nuestro comentario definiendo que es CHAUCHILLA. Chauchilla es un término diminutivo, tiene otro sentido, el sentido de cosa insignificante, de cosa poco importante. Y ese es el sentido en el que Henri Pease ex congresista del parlamento nacional lo a usado en una de las comisiones asignadas. El ha querido decir: nos están dando sobras. ¿La menu­dencia? Exacto. Lo que no vale, lo que queda, lo que nadie quie­re, todo eso. Y ¿De cuándo data esta palabra?, ¿De la época de la Colonia?  No yo la encuentro en la época de la Colonia con sentidos parecidos, pero no idénticos. Es una palabra anti­gua que, cuando se aplicó al sol de plata, ya había tenido otros sentidos. Chauchilla significa cosa sn valor, insignificante, el ripio, el concolon, las sobras, el desprecio (D. Republica).

Gracias.”

            Sobre el término “chauchilla” ya hemos consignado su significado.

            Ahora si juntamos, todo lo que hemos señalado con letras azules, tenemos esto:

Amigos, por buen tiempo se viene ejerciendo el trabajo periodístico en los di­versos medios de comunicación radial, escrito y televisivo, con una euforia entusiasmada, con­vertida en chauchillada. Esta forma de trabajo periodístico viene generando la violencia entre el comunicador y el oyen­te, comunicación que busca el protagonismo popular casero y grosero, lejos de una responsa­bilidad de respeto a la libertad de expresión y de prensa, de respeto a la convivencia ciuda­dana, a los principios éticos y a los valores educativos, que los medios de comunicación tienen como misión fundamental para la población…….

………desa­rrollan programas periodísticos combinados de improvisacio­nes, llenos de insulto, diatribas, adjetivaciones, groserías, y con­vertidos en chantajeadores,…….

………las acciones y actitudes de aquello hombres de prensa que se consideran dueños de la verdad entre comillas, casi nun­ca ejercieron con la verdad, la imparcialidad y transparencia, sino fueron siempre aliados de los gobernantes, encubridores de los actos de corrupción en nuestra región, manejaron a su estilo e interés las informacio­nes comunicativas y de opinión,…… hecho que provoca a la población una reacción natural violenta,…….,

……..esto convirtiéndose en un problema de riesgo psicosocial generando y alterando su estado emocional y actitudinal del oyente, orientada conscientemente hacia una corriente violentista……

La chauchillada o los chauchillas hoy son los más sintonizados por hacer una prensa sensacionalista, porque la ley de Torres Torres Lara (ley del fujimorato) los ampara, se aprovechan del micrófono y manipulan la comunicación a sus intereses económicos y políticos, para chantajear a las auto­ridades corruptas, a institucio­nes, dirigentes, líderes sociales y políticos, lo más peligroso de estos chauchillas, o de la chauchillada, es que se hoy, en esta coyuntura electoral se van convirtiendo en los dueños de la agenda política electoral como los sabios y salvadores, como los únicos que conocen la vida política de nuestro pueblo, pero sin embargo su actitud comunicativa mercantil, comercial, es reprochable y nada digno de un comunicador social, y hoy se sabe que su trayectoria perso­nal, profesional, y política los chauchillas están encubiertas lleno de barbaridades y asque­rosidades políticas, y esta forma de hacer periodismo en nuestra región y el país no es garantía educativa, ni comunicativa, sino debe de cambiar para formar y orientar la opinión y pensamiento de los oyentes o lectores…….

…….¿Será necesario, insultar, agredir, difamar, violentar, denigrar; gritar y a costa de ello convertirse en un gran comunicador valiente, protagonista?

Como no somos adivinos, por favor señor PA. Juan Ustua Camacho, díganos de qué o sobre quiénes está escribiendo, para saber a ciencia cierta lo que ha querido decir.

            Gracias también.


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