Aun
cuando seguimos considerando que el futuro Presidente Regional será un conocido
político andahuaylino o abanquino, porque así se ha diseñado la lucha por el
poder dentro del departamento de Apurímac, desde la fecha de su creación hace
más de 141 años. En una primera instancia por la representación ante el
Congreso de la República, y en los últimos doce años por el poder regional.
El
hecho de que no existieran ciudadanos de otras provincias en la lid política
regional, con las excepciones del caso, se debe principalmente a la conexión
migratoria de estas con otros departamentos, así tenemos que desde las
provincias de Cotabambas y Grau siempre marcharon al departamento de Cusco y de Aymaraes y
Antabamba han salido sus hijos en busca de educación y mejores
oportunidades principalmente a Lima.
Las que
quedaron comprometidas con el quehacer social, cultural y político de Apurímac,
fueron Abancay y Andahuaylas, porque en sus territorios se encontraban las más
grandes haciendas de la región y junto a ellas el poder económico republicano
hasta los tiempos de la Reforma Agraria. Esta circunstancia nos dio
precisamente los dos más grandes políticos apurimeños del siglo XX, el
huancaramino David Samanez Ocampo y Sobrino (1866 - 1947) Presidente interino
del Perú entre 1930 y 1931, al frente de una Junta Nacional de Gobierno que dio
un nuevo Estatuto Electoral y pacificó el país convocando a elecciones
generales luego del oncenio de Leguía; y el abanquino Enrique Ignacio
Martinelli Tizón (1908-1980) diputado y senador por Apurímac, presidió el
Senado del Perú en dos ocasiones, dentro de su gestión se crearon muchos de los
distritos apurimeños e hizo grandes aportes para nuestra modernización.
Por los
primeros sondeos al pie de pueblo nos estamos percatando que esta nueva
contienda electoral desgraciadamente tendrá una vez más la odiosa impronta de
Abancay versus Andahuaylas, pero al parecer eso no será todo, porque además
será Abancay versus Abancay y Andahuaylas versus Andahuaylas en una
confrontación que superará las peleas del “VALE
TODO” (donde los luchadores pueden usar cualquier arte marcial o técnica, y
hasta darse en el suelo). Nos estamos refiriendo a la lucha que librarán el ex
Presidente Regional Barra Pacheco con el licenciado Presidente Regional Segovia
Ruiz por los votos de la provincia de Abancay, y por los votos de la provincia
de Andahuaylas entre el ex candidato regional Michel Martínez y el candidato al
Congreso Dalmiro Palomino. Ninguno de estos cuatro candidatos que están
dispuestos a “tirar la casa por la
ventana” ganará la Presidencia Regional sino asegura los votos de su
provincia.
Pero sería muy
pobre nuestro racionamiento si supondríamos que eso es todo y nada más, pues en
este escenario podría darse el hecho de la aparición de un outsider, alguien nuevo en política, que además se encuentre más
allá de los desgastados candidatos a todo cargo. En buena cuenta un apurimeño
inteligente que se encuentre fuera de los estigmas -antiguos y nuevos- de
corrupción, narcotráfico o del “burro cargado de oro”.
Un candidato
que mostrando una personalidad humilde y conciliadora, sepa desmarcarse de los
desfasados chauvinistas andahuaylinos y abanquinos, y desplegando por todo el
territorio apurimeño una bandera de integración regional, pueda lograr desde
fuera de la bronca que se avecina, un voto significativo de su provincia, no
necesariamente el mayor y que además logre conquistar los importantes votos de
las demás provincias. Este sin duda podrá ocupar un primer o segundo lugar, que
lo podrá meter en la segunda vuelta, porque esta vez nadie ganará en la
primera, porque el pueblo ya se desencantó de la demagogia electorera regional.
Otro
importante factor a tener en cuenta dentro del presente proceso electoral es la
nueva realidad económica apurimeña: “El boom minero”, que en estos días y en
nuestras propias narices y muchas veces usurpando o barateando las tierras de
las comunidades campesinas, está construyendo a través de cinco mega proyectos
(Las Bambas, Los chancas de Apurímac, Haquira, Trapiche y Apurímac Ferrum) la
explotación de una riqueza minera más grande que Cuajone, Toquepala, Cerro
Verde y Marcona juntos, de modo que atrás quedaron la papita andahuaylina o el
aguardiente abanquino como símbolos del orgullo regional que solo alcanzaron
para paliar nuestra terca miseria.
Quien sepa
manejar, con conocimiento e inteligencia, esta nueva realidad apurimeña, dentro
de su oferta electoral, nos estará diciendo que clase de candidato es o se cree
ser.
Buen análisis.
ResponderBorrar