El primer día de este mes se publicó en el diario
“El Chaski”, un artículo intitulado “La Chauchillada en los medios de
comunicación”, lo reproduzco en su integridad, porque quiere decir lo que no
dice, es decir esconde lo que debió decir, tras un montón de proposiciones que
no vienen al caso. Leamos el texto íntegro pero reparando en las partes que
hemos resaltado en azul y los comentarios de mi parte en negrita y cursiva:
“LA CHAUCHILLADA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Por PA. Juan Ustua Camacho
Amigos, por buen tiempo se viene
ejerciendo el trabajo periodístico en los diversos medios de comunicación
radial, escrito y televisivo, con una euforia entusiasmada, convertida en
chauchillada. Esta
forma de trabajo periodístico viene generando la violencia entre el comunicador
y el oyente, comunicación
que busca el protagonismo popular casero y grosero, lejos de una responsabilidad
de respeto a la libertad de expresión y de prensa, de respeto a la convivencia
ciudadana, a los principios éticos y a los valores educativos, que los medios
de comunicación tienen como misión fundamental para la población.
En primer
término resulta necesario señalar la definición que Martha Hildebrandt en su obra: “1000 PALABRAS Y FRASES PERUANAS”, señala para la palabra “chauchilla”,
la siguiente definición:
Chauchilla. En quechua chaucha significa
'no maduro'. Se aplica, entre otras cosas, a la 'papa pequeña y tempranera'; en
la Argentina, a la judía verde que en el Perú llamamos vuinitu. Chauchilla es
un diminutivo renominalizado; designa, en sentido figurado, 'lo pequeño o
insignificante”. Por eso se aplicó a la 'moneda de veinte centavos de sol',
también llamada peseta, y al 'pececillo sin valor comercial'. Como adjetivo en
aposición no varía para el plural: «comisiones chauchilla», por ejemplo.
Sobre la base de esta definición no
existe ni puede existir un periodismo chauchilla, así como no existe un arte,
una filosofía o una política chauchilla, es decir, pequeño e insignificante. Lo
que si existe y hasta abunda en todos los campos del quehacer humano, son individuos “pequeños e insignificantes”
haciendo periodismo o fungiendo de periodistas.
La
comunicación per se, no es una actividad violenta, ni puede generar violencia .La
comunicación es lo que nos hace humanos y nos diferencia de los animales. Pero
si pueden existir sujetos metidos en los medios de comunicación con una
actividad agresiva y con un lenguaje violento; como los hay también
comunicadores asertivos, persuasivos, educativos y hasta espirituales.
Los medios de comunicación como la
radio, la televisión, los periódicos, el internet, las redes sociales entre
otros, no tienen como su misión fundamental
velar por la convivencia ciudadana, los principios éticos y los valores
educativos, sino que deben jugar un papel muy importante en el desarrollo de
los valores sociales, junto con la familia y la escuela.
Los valores
son conductas positivas que tienen como último fin mejorar la convivencia humana
dentro de la sociedad, y los antivalores son actitudes negativas que denigran a
la persona y generan los conflictos que dificultan la coexistencia pacífica.
Acciones periodísticas
al estilo del fujimorato desarrollan
programas periodísticos combinados de improvisaciones, llenos de insulto,
diatribas, adjetivaciones, groserías, y convertidos en chantajeadores, que todas estas acciones se concibe como una falta de respeto a la
propia libertad de expresión y a la educación de la opinión pública en los
medios de comunicación
Durante la época del fujimorismo no se hizo
el tipo de prensa que dice el autor de la nota, sino “prensa amarilla” y que en nuestro medio los llamamos despectivamente "prensa chicha", que es
aquel tipo de prensa sensacionalista que incluye titulares de catástrofes y
gran número de fotografías con información detallada acerca de accidentes,
crímenes, adulterios y enredos políticos. El término se originó durante la
"batalla periodística" entre el diario New York World, de Joseph
Pulitzer, y el New York Journal, de William Randolph Hearst, de 1895 a 1898,
donde ambos periódicos fueron acusados de magnificar cierta clase de noticias
para aumentar las ventas y de pagar a los implicados para conseguir exclusivas.
La chauchillada nos
hace pensar que su aparición no es casualidad, responde también a las
acciones y actitudes
de aquello hombres de prensa que se consideran dueños de la verdad
entre comillas, casi nunca ejercieron con la verdad, la imparcialidad
y transparencia, sino fueron siempre aliados de los gobernantes, encubridores
de los actos de corrupción en nuestra región, manejaron a su estilo e interés
las informaciones comunicativas y de opinión, entonces nace la cauchillada como supuesta alternativa de respuesta
al ejercicio periodístico local y regional y de la Libertad de prensa.
Esta no es
prensa “chauchilla”, sino simple y llana “propaganda” que hacen algunos
comunicadores pagados por el poder para magnificar su gestión. Esta propaganda
no es ajena a todos los medios de comunicación que existen en Apurímac y el
país. La moderna propaganda política fue inventada por Paul Joseph
Goebbels que fue el ministro de propaganda de la Alemania
Nazi, figura clave en el régimen y amigo íntimo de Adolf Hitler.
Cuando este
tipo de prensa está al servicio de un caudillo nacional o regional se le denomina
“prensa lacaya”, que en buena cuenta nada tiene que ver con la verdadera
prensa, sino con aquellos tipejos que apenas les chasquean los dedos, se ponen
a difundir lo que a sus amos conviene, por medio de Notas de Prensa, Boletines
Oficiales, publi-reportajes, etc. que la mayoría de los medios de información,
previo pago con dineros de todos los peruanos, difunden a diario.
En ellos se
anuncian los falsos megaproyectos, las “grandiosas acciones populistas”, las
“primeras piedras”, las “inauguraciones” de obras que no han sido comenzadas o
acabadas, y lo que es más grave, muchas veces ocultan y algunas maquillan los
actos de corrupción de sus patrones, porque ellos mismos son socios de las
ganancias que suelen procurar estos latrocinios.
Vemos y sentimos a
diario, que se viene violentando la libertad de expresión en los medios de
comunicación y con más frecuencia en los medios radiales, hecho
que provoca a la población una reacción natural violenta, que trastoca las reglas de conducta de convivencia democrática y
ciudadana, esto convirtiéndose en un problema de riesgo psicosocial
generando y alterando
su estado emocional y actitudinal del oyente, orientada conscientemente hacia
una corriente violentista, muy similar y cercana a la violencia política del fujimontesinismo época en la que nos tocó vivir
y hoy vivimos una violencia comunicacional que nadie le repara el control o la
censura.
Nos
preguntamos: ¿Existe una reacción natural violenta? No, porque la violencia es
un tipo de interacción humana que se manifiesta en aquellas conductas o
situaciones que, de forma deliberada, aprendida o imitada, provocan o amenazan
con hacer daño o sometimiento grave (físico, sexual, verbal o psicológico) a un
individuo o a una colectividad; o los afectan de tal manera que limitan sus
potencialidades presentes o las futuras.
Cuando el
artículo habla de “riesgo psicosocial”, se equivoca de cabo rabo, porque los
factores o riesgos psicosociales son funciones en las que se divide
tradicionalmente la prevención de riesgos laborales que se originan por
diferentes aspectos de las condiciones y organización del trabajo.
El término
actitudinal, se utiliza para referirse a todo aquello que tiene por objetivo
determinar las disposiciones de ánimo manifestadas de algún modo para realizar
ciertas actividades, ya sean de tipo educativas, sociales, laborales, etc.,
pero jamás las violentas.
La chauchillada o los chauchillas hoy son los más
sintonizados por hacer una prensa sensacionalista, porque la ley de Torres Torres Lara (ley del
fujimorato) los ampara, se aprovechan del micrófono y manipulan la
comunicación a sus intereses económicos y políticos, para
chantajear a las autoridades corruptas, a
instituciones, dirigentes, líderes sociales y políticos, lo más peligroso de
estos chauchillas, o de la chauchillada, es que se hoy, en esta coyuntura
electoral se van convirtiendo en los dueños de la agenda política electoral
como los sabios y salvadores, como los únicos que conocen la vida política de
nuestro pueblo, pero sin embargo su actitud comunicativa mercantil, comercial,
es reprochable y nada digno de un comunicador social, y hoy se sabe que su
trayectoria personal, profesional, y política los chauchillas están
encubiertas lleno de barbaridades y asquerosidades políticas, y esta forma de
hacer periodismo en nuestra región y el país no es garantía educativa, ni comunicativa, sino debe de cambiar
para formar y orientar la opinión y pensamiento de los oyente o lectores.
Ley Nº 26937, o, lo que
el artículo señala como Ley de Torres y Torres Lara, dice:
“Artículo 1.- Vigencia
del derecho de libre expresión.
El inciso 4), del
Artículo 2 de la Constitución garantiza la plena vigencia del derecho de libre
expresión del pensamiento, con sujeción a las normas constitucionales vigentes.
Artículo 2.- Ejercicio
del derecho de libre expresión.
El derecho reconocido
según la Constitución, en el artículo precedente, puede ser ejercido libremente
por toda persona.
Artículo 3.- No
obligatoriedad de la colegiación.
La colegiación para el
ejercicio de la profesión de periodista no es obligatoria.
Artículo 4.-
Exclusividad de la colegiación.
El derecho de
colegiación establecido por la Ley N.º 23221 está reservado exclusivamente a
los periodistas con título profesional, para los fines y beneficios gremiales y
profesionales que son inherentes a su profesión”.
Contra esta
ley, el Colegio de Periodistas del Perú ha formulado una demanda de
inconstitucionalidad, la misma que se ha ventilado en el Expediente Nº
0027-2005-PI/TC, sobre el que ha recaído una sentencia del Tribunal
Constitucional, declarándola infundada, porque este órgano jurisdiccional supremo
considero que primero estaba el derecho de todos los peruanos, reconocido por en
el artículo 2º, inciso 4 de la Constitución, que dice:
“A las libertades de
información, opinión, expresión y difusión del pensamiento mediante la palabra
oral o escrita o la imagen, por cualquier medio de comunicación social, sin
previa autorización ni censura ni impedimento algunos, bajo las
responsabilidades de ley.
Los delitos cometidos
por medio del libro, la prensa y demás medios de comunicación social se
tipifican en el Código Penal y se juzgan
en el fuero común.
Es delito toda acción
que suspende o clausura algún órgano de expresión o le impide circular libremente. Los derechos de informar y opinar comprenden
los de fundar medios de comunicación”.
Entonces aquellos
medios de comunicación, lejos de cumplir su misión de ser orientadores,
educadores, formadores, que enseñen valores democráticos; hoy incitan con toda
la libertad y valentía el conflicto socio comunicacional con el único fin de
ganar protagonismo comunicacional y un espacio populachero como los salvadores
de la vida democrática y política.
La misión de los medios de comunicación no son tanto como
señala este artículo, pero no entendemos eso de “conflicto socio
comunicacional” o eso otro de “protagonismo comunicacional”, ni que a través de
espacios populacheros se pueda defender la democracia y muchos menos la
política, porque todos nuestros políticos nativos están lejos de ser
democráticos, porque nadie los ha elegido democráticamente, sino que,
auto-elegidos, se imponen en los procesos electorales gracias al gasto
millonario que hacen en una campaña electoral plagada de propaganda barata y
mecanismos de marketing, es decir, se venden como papas, carne, verduras,
camisas, pantalones, chicharrones, etc.
No todo es malo, la
Chauchillada también tiene algo que rescatar, corno ejemplo para los hombres de
prensa, fueron estos quiénes armados de valor y estrategias comunicativas,
vienen enfrentando a las autoridades locales, regionales, a instituciones
públicas del estado, quiénes se encuentran inmiscuidas en actos de corrupción
en nuestra región, imprimiendo una labor periodística lleno de excesos comunicativos
e informativos, sin embargo esto no justifica el buen desempeño del periodista
o de los comunicadores sociales en los diversos medios de comunicación.
No
entendemos este párrafo, porque después de todo lo malo que se dijo de la “chauchilla”,
ahora resulta que pueden ser también buenos; para al final terminar diciendo
que el hecho que denuncien la corrupción, no les da derecho a ser groseros.
Como oyente nos
preguntamos, ¿Será necesario, insultar, agredir, difamar,
violentar, denigrar; gritar y a costa de ello convertirse en un gran
comunicador valiente, protagonista?, pienso que eso no es la labor ni el fin, sino los hombres quienes
hace prensa escrita, radial, televisiva, deben ser el espejo de la vida
política, democrática y ciudadana quienes actúen y enseñen con la verdad y solo
la verdad, la investigación, y el profesionalismo; el hombre de prensa será
el ser que construya los proyectos de vida democrática entre los actores de
la sociedad: gobernantes, autoridades, líderes, organizaciones, empresas,
instituciones, etc. Encamine su trabajo a la unidad de pensamiento y acción de
nuestra región con responsabilidad social y política, esta forma de vida se
puede heredar a las nuevas generaciones.
En este párrafo le faltó poner a los hombres de prensa en los altares,
pero si se estuviera mejor informado, sin mayores aspavientos y para decir algo
concreto, se recurriría al fundamento 36
de la sentencia que el Tribunal Constitucional ha hecho recaer en el
Expediente Nº 06712-2005-HC/TC, que nos dice:
“El ejercicio del derecho a la
información no es libre ni irrestricto; por el contrario, está sujeto a ciertos
condicionamientos que deben ser respetados dentro de un Estado democrático y
social de derecho. Sólo así, con los límites que se deben encontrar en la
propia Constitución, el derecho a la información podrá convertirse en la piedra
angular de la democracia.
Es importante que en el ordenamiento
internacional se haya determinado la existencia de límites a los derechos
comunicativos. En tal sentido, tanto el artículo 19°, inciso 3, acápite “a” del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, como el artículo 13°,
inciso 3, acápite “a” de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
precisan que el ejercicio del derecho a la información ‘entraña deberes y
responsabilidades especiales’, por lo que está sujeto a una restricción como es
la de asegurar (...) el respeto a los derechos o a la reputación de los demás.
En el ámbito constitucional, se ha
prescrito respecto al derecho a la información, como parte del artículo 2°,
inciso 4, que los delitos cometidos a través de los medios de comunicación
social se encuentran tipificados en el Código Penal, sancionándose ex post la
afectación a un derecho fundamental, y reconociéndose de manera explícita un
límite externo en la vida privada.
De otro lado, sobre la base del principio
interpretativo de la unidad de la Constitución, la vida privada de las personas
aparecerá como límite del derecho a la información, en el sentido que el
ejercicio de uno no podrá realizarse vulnerando el espacio del otro. Así, y
tomando en cuenta su naturaleza de derecho-principio de ambos, se buscará la
optimización de sus contenidos”.
Los hombres de prensa
como profesionales e empíricos, deben asemejarse a la línea y pluma de los
grandes otrora, de la profesión periodística, como ejemplo de trabajo y vida,
acercarse al pensamiento analítico, critico, reflexivo y renovador de José
Carlos Mariátegui, asemejarse al rico y cuidadoso lenguaje de Luis Alberto
Sánchez, imitar como desarrollo profesional la amplitud democrática y plural de
Gustavo Mhome Llona, finalmente convertirse en un gran Defensor de la Libertad
de expresión como lo es el maestro Roberto Mejía Alarcón. Presidente de la
Asociación Nacional de Periodistas del Perú - ANP.
Nos preguntamos, cuántos de nuestros periodistas locales,
colegiados sin colegiatura, han leído y entendido a José Carlos Mariátegui,
Luis Alberto Sánchez, Gustavo Mhome Llona, pues sin duda: ¡Ninguno! Porque si
lo hubieran hecho, estaríamos hablando de otro periodismo.
El
periodismo que tenemos en la región es el que nos merecemos, al igual que lo
gobernantes que elegimos, la atención médica que recibimos, la educación que se
nos imparte, las carreteras por donde viajamos, etc. Somos el producto de
nuestra realidad, de esa realidad que todos tenemos la obligación de cambiar
para que mejore nuestra condición de seres humanos y le ofrezcamos al mundo una
cultura diferente.
Finalmente queremos
concluir nuestro comentario definiendo que es CHAUCHILLA. Chauchilla es un
término diminutivo, tiene otro sentido, el sentido de cosa insignificante, de
cosa poco importante. Y ese es el sentido en el que Henri Pease ex congresista
del parlamento nacional lo a usado en una de las comisiones asignadas. El ha
querido decir: nos
están dando sobras. ¿La menudencia? Exacto. Lo que no vale, lo que queda,
lo que nadie quiere, todo eso. Y ¿De cuándo data esta palabra?, ¿De la época de la
Colonia? No yo la encuentro en la época de
la Colonia con sentidos parecidos, pero no idénticos. Es una palabra antigua que, cuando se aplicó al sol de plata, ya había tenido otros sentidos. Chauchilla significa
cosa sn valor, insignificante, el
ripio, el concolon, las sobras, el desprecio (D. Republica).
Gracias.”
Sobre el término “chauchilla” ya
hemos consignado su significado.
Ahora si juntamos,
todo lo que hemos señalado con letras azules, tenemos esto:
Amigos, por buen tiempo se viene
ejerciendo el trabajo periodístico en los diversos medios de comunicación radial,
escrito y televisivo, con una euforia entusiasmada, convertida en
chauchillada. Esta forma de trabajo periodístico viene
generando la violencia entre el comunicador y el oyente,
comunicación que busca el protagonismo popular casero y grosero, lejos de una
responsabilidad de respeto a la libertad de expresión y de prensa, de respeto
a la convivencia ciudadana, a los principios éticos y a los valores
educativos, que los medios de comunicación tienen como misión fundamental para
la población…….
………desarrollan
programas periodísticos combinados de improvisaciones, llenos de insulto,
diatribas, adjetivaciones, groserías, y convertidos en chantajeadores,…….
………las
acciones y actitudes
de aquello hombres de prensa que se consideran dueños de la verdad
entre comillas, casi nunca ejercieron con la verdad, la imparcialidad
y transparencia, sino fueron siempre aliados de los gobernantes, encubridores
de los actos de corrupción en nuestra región, manejaron a su estilo e interés
las informaciones comunicativas y de opinión,…… hecho que provoca a la
población una reacción natural violenta,…….,
……..esto
convirtiéndose en un problema de riesgo psicosocial generando y alterando
su estado emocional y actitudinal del oyente, orientada conscientemente hacia una
corriente violentista……
La chauchillada o los chauchillas hoy son los más
sintonizados por hacer una prensa sensacionalista, porque
la ley de Torres Torres Lara (ley del fujimorato) los ampara, se
aprovechan del micrófono y manipulan la comunicación a sus intereses económicos
y políticos, para chantajear
a las autoridades corruptas, a instituciones, dirigentes, líderes sociales y
políticos, lo más peligroso de estos chauchillas, o de la chauchillada, es que
se hoy, en esta coyuntura electoral se van convirtiendo en los dueños de la
agenda política electoral como los sabios y salvadores, como los únicos que
conocen la vida política de nuestro pueblo, pero sin embargo su actitud
comunicativa mercantil, comercial, es reprochable y nada digno de un comunicador
social, y hoy se sabe que su trayectoria personal, profesional, y política los
chauchillas están encubiertas lleno de barbaridades y asquerosidades
políticas, y esta forma de hacer periodismo en nuestra región y el país no es garantía educativa, ni comunicativa,
sino debe de cambiar para formar y orientar la opinión y pensamiento de los
oyentes o lectores…….
…….¿Será
necesario, insultar, agredir, difamar, violentar, denigrar; gritar y a costa de
ello convertirse en un gran comunicador valiente, protagonista?
Como no somos adivinos,
por favor señor PA. Juan Ustua
Camacho, díganos de qué o sobre quiénes está escribiendo, para saber a ciencia
cierta lo que ha querido decir.
Gracias también.