Nuevamente,
en las elecciones del 05 de octubre del 2014, MÁS MARKETING, QUE UNA CAMPAÑA ELECTORAL HONESTA Y CON IDEAS
Desgraciadamente
para nosotros los apurimeños, en las elecciones regionales y municipales del 05
de octubre próximo, no elegiremos al más connotado líder regional o al mejor
vecino, y que por añadidura reúna estos atributos:
VALORES
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DISVALORES
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AUTÉNTICO.
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No
falso.
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CONFIABLE.
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No
errático.
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ANCLADO.
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No
desconectado.
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OPTIMISTA.
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No
pesimista.
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CONSCIENTE DE SÍ MISMO.
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No
inconsciente.
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IMPULSADO POR PROPÓSITOS Y PASIÓN
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Y no
por el poder y el temor a perderlo.
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INCLUSIVO.
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No
divisivo.
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ENFOCADO EN LOS OTROS.
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No en
sí mismo.
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RESPETUOSO.
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No
manipulador.
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CAPAZ DE FOMENTAR NUEVOS LÍDERES
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Y no sólo
mantener seguidores.
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Y que dentro de su actuación sea:
SINCERO.
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Se requiere
que el líder actúe mostrando seguridad al momento de tomar decisiones y ser
siempre transparente con sus electores.
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ÍNTEGRO.
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Que sea
consistente entre el discurso y las acciones.
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COMPETENTE.
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Que sea
responsable y competente en el cumplimiento de metas y estrategias.
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COMUNICATIVO.
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Que sea capaz
de saber informar los cambios y sucesos al interior de la institución, con el
objeto de evitar rumores que pueden contaminar su liderazgo y los
procedimientos administrativos, económicos y financieros de la entidad.
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Lo
que nos están ofreciendo estos personajes es simplemente un “producto electorero temporal”, es
decir, sus propias personas vistas a través de ellos mismos, y con el solo
objetivo de llegar al Poder Regional o municipal, para hacer los mismo que han
hechos los anteriores elegidos: ¡¡¡BENEFICIARSE
DE LOS RECURSOS PUBLICOS …. Y NADA MÁS!!!
Lamentablemente
en Apurímac la política, todavía no es un conjunto de ideas destinadas a
resolver los problemas que aquejan al conjunto de su sociedad, sino un
mecanismo por el cual, todos estos granujas que caprichosamente se autocalifican
“políticos” para que en estos tiempos electorales, lanzar sus candidaturas,
solo por el estado de Derecho y la democracia lo permiten.
En esos dos o
tres meses que dura la campaña electoral, estos bellacos, se dedican de lleno a
la personalización de su individualidad y al infame interés de:
1)
Hacernos creer que saben más
de lo que verdaderamente conocen;
2)
Que en sus cerebros albergan
ideas políticas; y
3)
A mentirnos acerca de los
círculos políticos que a nivel nacional transitan y otras tantas sandeces más
que son parte de su folklórica campaña electoral.
Pero en
realidad no es así, porque en esta corta contienda electoral ningún candidato
ha demostrado tener interés en el debate y la discusión abierta de la
problemática apurimeña, no entre ellos, sino con el electorado, y por eso no
albergan un discurso esperanzador que aglutine a las masas, sino una pobre cháchara
que plagada de demagogia, caricaturas y bastante vedetizada ha sido lanzado
como espectáculo mediático y propaganda estridente, para el que quiera
comprarlo. La moneda que persiguen es el
voto de los incautos o
el voto mercenario de los golondrinos.
Lamentablemente,
una vez más, en Apurímac aun no estamos votando por ideas políticas que
conformen un conjunto de saberes y pensamientos ideológicos que nos permitan
estudiar, entender y manejar el gobierno, la economía y la sociedad de la
región y de sus municipios y que a su vez sean las bases con la que una o
varias personas pueden ejercer el poder y materializar esas ideas plasmadas en
proyectos o programas que nos conciernen a todos porque permiten nuestra
prosperidad como sociedad y nuestra
felicidad como seres humanos.
En estas
elecciones solamente tenemos opción de votar por personajes que se venden como
la cocacola, el ajinomoto, una bolsa plástica, una salchipapa, etc. Puedes
comprarlo o no, con eso no pierdes nada.
Pero desgraciadamente
en política la cosa es bastante distinta, porque el elegido, gracias a que el
voto es obligatorio nos vemos forzados a elegir a uno de estos personajes, y
entonces tendremos que verlos metidos en nuestras vidas, y querámoslo o no, estás
alimañas tendrán mucho que ver con el poco futuro de nuestra región y sus
gentes, especialmente su niñez y juventud que lamentablemente seguirán en la
desesperanza que ya dura más de una década.
Y conforme se
va desarrollando la campaña electoral, sobre todo por quienes la están
haciendo, tenemos la sensación de que se nos avecina otros cuatros años
perdidos y junto con ellos más de tres lustros sin que haya sucedido algo bueno
en Apurímac para los apurimeños, solo estarán de plácemes las transnacionales
mineras que le sacarán toda su riqueza minera, porque una vez más tenemos que escoger entre
la cocacola, el ajinomoto, una bolsa de plástico, una salchipapa, etc.
Por
todo eso, cada quien, a su torpe manera y según su disponibilidad presupuestal,
han diseñado y producido el grotesco “producto
electorero temporal” que nos ofrecen, y que supuestamente debe satisfacer
nuestras necesidades del “elector-consumidor”
a través de los mecanismos y conocimientos de lo que para ellos significa el
marketing político.
En algunos
casos nos intentan vender un “producto
electorero temporal” ya fabricado y marketeado hace muchos años, es decir,
conocido, aunque casi siempre con diferente etiqueta: Luis Barra, Elías
Segovia, Michael Martínez, Wilber Venegas, etc., y en otros uno nuevo: Richard
Arce, Dalmiro Palomino, entre otros.
Para que por
fin surja un verdadero líder de masas en Apurímac y no un oportunista “producto
electorero temporal”, primero éste debe haberse forjado al interior del
crisol de nuestra sociedad:
1.
La historia milenaria de
Apurímac que inventó la agricultura y ganadería andina y legó al Tahuantinsuyo
su lengua el Quechua.
2.
Sus ayllus originarios
convertidos primero en reducción o pueblos de indios, luego en comunidades de
indígenas y ahora en comunidades campesinas.
3.
Los barrios urbano-marginales
de la ciudades capitales de nuestras provincias donde tuvieron que alojarse las
poblaciones rurales acosadas por la violencia político social de los años 80’.
4.
Las universidades y los
centros de formación superior y técnica.
5.
Los sindicatos, los colegios
profesionales.
6.
Y finalmente las propias
calles de nuestras ciudades y los caminos que aun trashuman por millares
nuestros hombres de campo.
Porque un
líder no es un invento de uno mismo basado en la bolsa de dinero que se tiene,
o la supuesta fuerza que le otorgan, los cientos de rapazuelos que rodean a
estos “productos electoreros temporales”
con ganas de asaltar el poder regional o local para enriquecerse
descaradamente.
El líder es
el que mejor interpreta las necesidades de su sociedad. Es el que siente lo que
todos nosotros sentimos. Es el que cambia lo que todos nosotros sabemos, qué
debe cambiar la pobreza, la extrema pobreza, la desnutrición crónica infantil,
el desempleo, el alcoholismo, el analfabetismo, la falta del conocimiento de
nuestra historia milenaria que nos permita visualizar nuestra identidad, la
corrupción, el narcotráfico, la inmoralidad. Es el que con una propuesta
arrancada de las mismas entrañas del pueblo propone a las masas los términos y
el rumbo del destino que todos juntos queremos recorrer y que no es otro camino
hacia la liberación de la sociedad apurimeña desde las ilusiones y las luchas de
los marginados, de los desposeídos, de los excluidos, de los discriminados de esta
tierra sobre la base de las rentas que nos deben dejar la explotación de
nuestra riqueza mineral e hidroenergética.
¡Ese debe ser el elegido!
No el tramposo
que compra votos con dinero o aguardiente. No es el facineroso de los cientos
de pintas, de los miles de volantes, de la estridente y tóxica propaganda
radial y televisiva. No es el de los mítines con gente pagada, artistas caros y
taxis rentados.
Sin que esto
quiera decir, que el líder no tenga la necesidad de hacerse conocido, pero no
como un producto comercial, sino como el fruto de su tiempo y de la sociedad
que habita, piensa y sufre.
Un líder
democrático, que sugiera, que guie, que informe, que acreciente el
conocimiento, que estimule la autodirección del pueblo, que genere un clima de
confianza mutua y que sea capaz de delegar responsabilidades y decisiones.
No un líder
autoritario, que solo ordena y que muchas veces inspirado por un demencial narcisismo,
menoscabe el deseo de una parte de la comunidad, sustituyéndolo por su propio criterio,
sobre la base de críticas que no son objetivas y las más de las veces destinada
al fracaso.
O, lo que es
peor, un líder demagógico que aparentando ser un líder democrático, esconde uno
autoritario.
Lo que él
tantas veces engañado elector apurimeño anhela en estas elecciones regionales y
municipales es que, siquiera por esta única vez, su voto le otorgue la
satisfacción de haber elegido un autentico líder que justifique económica y
socialmente la existencia del Gobierno Regional de Apurímac y de las Municipalidades
Provinciales y Distritales como órganos de gobierno subnacionales.
En otras
palabras, que todas las actividades de su producción material e intelectual,
ingeniería y finanzas estén al servicio de los electores.
“TE HE DADO MI VOTO PARA QUE APURIMAC PROSPERE, NO
PARA QUE HAGAS LO QUE TE DE LA GANA, MUCHO MENOS PARA QUE ROBES”
Pero lejos de esto, estos “productos electoreros temporales”, se
han dedicado al simple y llano mercadeo, haciendo “por angas y por mangas” todo lo posible para hacer realidad su
única ambición:
“LA AMBICIÓN DE CREERSE LOS ÚNICOS QUE
PUEDEN GOBERNAR APURÍMAC Y SUS
MUNICIPALIDADES”.
Y en ese afán
sólo están empeñados en hacernos conocer:
1.
Por encima de todo su propio
nombre y su imagen.
2.
El nombre de “su empresa” (el
logo, el color, la forma, el tamaño, el empaque de su partido político o
movimiento regional).
3.
La moneda con la que se
comprará el producto (Marca así: X X X
).
4.
Las relaciones públicas
(candidatos a consejeros y regidores -cual bellas y potonas anfitrionas-
saludando y sonriendo a todo el mundo).
5.
El entrenamiento de los
vendedores (repartidores de volantes, polos, llaveros, gorritas y calendarios
de bolsillo, pintores pagados, periodistas bamba, locutores de Radio y de TV).
6.
La capacitación de los que
harán el seguimiento del “producto
electorero temporal” vendido (personeros en las mesas de sufragio).
7.
Las groseras y extravagantes
exhibiciones que despliegan en los mítines de cierre de campaña.
Del lugar
dónde se venderá el producto no tienen por qué preocuparse, porque de eso se
encargará el JNE y la ONPE y se llama “Local de votación”, que hace muchos años
todos conocemos, y donde acabaremos con el índice de nuestra mano derecha
definitivamente manchado.
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