viernes, 4 de abril de 2014

¿EXISTE UN PODER REGIONAL EN EL APURIMAC DE HOY?


 
          Nuria Sala, en su trabajo "Una aproximación a la región como espacio de representación política en el Perú (1808-1879)”, nos refiere que a partir de la creación del departamento de Apurímac sobre la base de las provincias cusqueñas de Abancay, Antabamba, Aymaraes y Cotabambas, y la provincia ayacuchana de Andahuaylas, inmediatamente surgió la lucha de los intereses de los gamonales cusqueños y ayacuchanos por controlar el poder político del nuevo departamento.
            El escenario que crearon estos gamonales para las poblaciones de las dos principales provincias (Abancay y Andahuaylas) fue la disputa en torno a la capitalidad, llegando inclusive llevarlo al parlamento en  dos ocasiones, 1875 y 1984, donde no prosperaron, -ni siquiera se llegó a discutir- porque a los gamonales no les interesaba el tema, más que para sus propósitos políticos y cuando llegó la ocasión pactaron el reparto del poder que generó la creación del nuevo departamento: “Sólo fue posible disipar el clima de descontentó local con una suerte de pacto.  Se repartieron las candidaturas a diputados entre Luis Carranza y Leoncio Samanez, mientras que el representante al senado seria Rosendo Samanez. Con ello se logró un cierto reparto de poder entre los grupos ayacuchanos y los hacendados azucareros de Abancay, representados en la familia de los Samanez. Se llegó al acuerdo del reparto de espacios políticos en una intensa y novedosa campaña de propaganda política, que no excluía el soborno como mecanismo que asegurara el voto de los electores provinciales”. Lo único que queda de aquel proceder político en Apurímac, es la compra del voto de los electores.
Con este "pacto en las alturas", jamás volvió a tocarse el tema de la capitalidad a nivel oficial, este tema solo quedó en el imaginario colectivo por más de un siglo, hasta que llegaron estos tiempos de gran minería y megaproyectos mineros, donde indolentemente estamos observando que el poder político y económico nacional e internacional se ha trasladado a la región entera, dejando en el tacho de nuestra historia regional la centenaria y estúpida riña entre abanquinos y andahuaylinos que fomentaron los gamonales para manipular a las masas que en su tiempo controlaron, porque lo que vino, viene y seguirá viniendo es mucho más grande que ese centenario pleito provincial.
Es larga la historia de la composición de tierras y el surgimiento de la hacienda colonial, que entrada la república se expresó en el gamonalismo. Estos fueron los que a lo largo de más de 140 años dominaron el escenario político, social y cultural de Apurímac, hasta que en 1968, se produjo el golpe militar del General Juan Velasco Alvarado y un año más tarde se promulgó la Ley de Reforma Agraria como un mecanismo jurídico para la reestructuración de la tenencia de la tierra rústica, con lo que quedó liquidado el latifundio y su expresión política.
Más tarde dominaron la escena política regional las movilizaciones campesinas que buscaron en todo momento el efectivo traspaso de los latifundios a la propiedad comunal vía la liquidación de las Cooperativas Agrarias creadas por el proceso de Reforma Agraria, así como asegurar la autonomía de las organizaciones agrarias con respecto al poder estatal, pero que luego de la parcelación de tierras, acabó en un minifundismo, donde aprovecharon los avivatos que nada tuvieron que ver con  las haciendas y el coloniaje.
Muchos fueron los títeres que se sucedieron al frente de lo que en su momento se llamó  ORDESA, CORDESA, CTAR, que dependían directamente de la voluntad política del poder instalado en Lima. La única condición que debían reunir sus funcionarios designados a dedo, era la de ser acólitos y felipillos del gobierno de turno.
Llegado el gobierno de Toledo, se aprobaron las leyes de descentralización y regionalización, haciendo de cada departamento una región, hecho que hubiera sido revertido si el Referéndum del día 30 de octubre de 2005, que se hizo para crear la Región Cusco-Apurímac, no hubiera sido rechazado por el electorado de ambos departamentos. Pero desde hace 12 años se sucedieron en el gobierno regional que tenemos instalado hoy: Luis Barra, David Salazar y Elías Segovia.
Ahora habría que preguntarse qué hicieron estos tres presidentes regionales de Apurímac, para instaurar el Poder Regional que necesita exhibir el pueblo apurimeño para hacerse valer en el escena nacional e internacional. ¡NADA! Estos individuos jamás se dieron cuenta que en la Región Apurímac, existen juntos: un Toquepala (Tacna y Moquegua),  un Cuajone (Moquegua), un Cerro verde (Arequipa) y hasta cuatro Marconas (Ica), que ha hecho posible que la inversión extranjera en la región sea superior a los 12 mil millones de dólares y que esta represente el 22%  de todas las inversiones que llegan al país.
Pero estos cacasenos, jamás se llegaron a percatar que el Poder Regional ya no está en manos de los gamonales, ni de los burócratas designados por Lima, sino en el ejercicio del derecho electoral de los hombres, mujeres y jóvenes que los eligieron; entonces, por esa razón es que lejos de convocar en cada provincia a un encuentro de sus bases sociales para que planteen sus más apremiantes necesidades y consolidar estos reclamos en una CUMBRE REGIONAL de delegados provinciales donde se discuta la formulación de una HOJA DE RUTA que plasme la dimensión y el quehacer del aparato burocrático institucional y todas las aspiraciones del pueblo apurimeño en materia económica, social, cultural y ambiental, y mostrárselo al país y el mundo como expresión del PODER REGIONAL APURIMEÑO; rápidamente y por unos cuantos centavos, pero las más de las veces por ignorancia, se transformaron en los yanaconas de Xstrata, Antares minerals Inc., Strike Resources, Southern Peru Copper Corporation, etc., y en sus ayayeros provinciales ante el Gobierno Central. En otras palabras se dejaron seducir, cual solteronas facilonas, por los gerentes de estas empresas, y en menos de lo que canta un gallo, se alinearon con los criollazos políticos limeños que controlan el Gobierno Nacional, para dedicarse a ser su servidumbre de turno.
De una parte, Luis Barra, moviendo la cola como un perro orgulloso y bien comido, se apresuró a entregar  "Las Bambas" a Xstrata, junto al cholo Toledo por la miseria de 210 millones de dólares, para que al cabo de un poco más de seis años esta se los venda a los chinos por la astronómica suma de 5,500 millones de dólares.
Por su parte, David Salazar, usando el cargo de Presidente Regional, se dedicó a servir de intérprete Felipillo a los gringos de  Xstrata y otras empresas para que los comuneros apurimeños, que votan y elijen autoridades en esta Región, entreguen sus tierras por una bicoca a los extranjeros. Este sí que se llevó una buena tajada por ese pecaminoso  trabajito.
Por su cuenta, Elías Segovia, arrogándose el tristemente célebre título de “hacendado”, les hace un gran favor a los mineros al dejar en “letra muerta” dentro del territorio apurimeño, la Ley de Consulta Previa, que es el único instrumento para frenar a estos codiciosos. A la par, que decidió crear su propio organismo de saneamiento físico legal de tierras, y tras esa fachada dedicarse a privatizar el área agrícola de las tierras comunales, para luego dejar a expensas la tierras de las alturas, donde están los minerales para favorecer a las empresas mineras. Finalmente para facilitar la expansión y dominio de estas empresas, ha dejado de lado la Ley de Demarcación Territorial de los distritos y provincias para dejarles una “bomba de tiempo” a las municipalidades de estos distritos y provincias, que explotará al momento que llegue el reparto del canon y las regalías mineras.  
Entonces, como en los tiempos de los gamonales, el pueblo manoseado y confundido, se dejará estar, para seguir cantando como hace 500 años: “ay vidallay y vida ay suertellay y suerte” , y el Poder Regional que otorga ser la región donde se encuentran estas grandes riquezas mineras que en tan solo 25 años ya no estarán en su lugar, se habrá perdido para siempre. Solo ganarán las transnacionales, el poder ejecutivo de turno, los gobernantes limeños y los yanaconas regionales. El pueblo apurimeño, seguirá siendo lo que es: el más analfabeto, el más miserable, el más alcohólico, en fin, el masmás de lo peor. Sin que nadie haya en su oportunidad hecho valer el Poder Regional que detentan los elegidos para construir ese otro Apurímac, el que nos merecemos todos.
Por estas razones, es que existe la urgente necesidad de construir el Poder Regional desde las bases, desde el pueblo mismo, y la única arma que disponemos en estos momentos es nuestro voto, nuestra capacidad de elegir o no elegir, y si hay alguien, no importa de qué parte de Apurímac sea, que se comprometa por escrito a construir junto con el pueblo el Poder Regional que nos permitirá aprovechar este boom minero para el desarrollo y la prosperidad de todos los apurimeños, sin lugar a dudas ese será el escogido. Entonces los mafiosos de siempre o los nuevos mafiosos que se aproximan que se vayan yendo, porque el pueblo ya no soportará más pulgas y garrapatas.    

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